Te vas a llevar un susto de muerte, pero tienes una bomba en el bolsillo. Tal cual: si tienes un dispositivo electrónico alimentado por una batería recargable, hay una buena probabilidad de que lleve una batería de litio. Y eso significa que, cuando le lanzas el teléfono a tu hijo, estás tirándole una bomba.
Por supuesto, las posibilidades de que el dispositivo explote de verdad son bastante bajas. “Algo así como 1 entre 10 millones”, explica a Gizmodo Ken Boyce, experto en baterías y director de ingeniería en UL. Boyce nos recuerda que actualmente hay miles de millones de baterías de litio ahí fuera. Dos décadas de mejoras de los ingenieros y científicos de materiales, asistidos por gurús de seguridad científica como los de UL, han hecho que las omnipresentes baterías de litio sean más seguras. A pesar de todo, la naturaleza fundamental de las baterías de litio significa que siempre habrá una posibilidad de que te chamusques las ingles.
Para los consumidores de 1995 esto fue una sorpresa muy desagradable. Ese año Apple lanzó su Powerbook 5300, uno de los primeros dispositivos que adoptaron las baterías de litio. Cuando el Powerbook 5300 empezó a incendiarse y la compañía puso en marcha un programa de devoluciones que costó millones, los expertos en tecnología empezaron a escuchar las trompetas del Apocalipsis. Afortunadamente, la tecnología ha mejorado hasta tal punto que, cuando las baterías de Appleempezaron a hincharse (y a veces, prenderse fuego) en 2007, no hizo falta más que una discreta retirada del producto.
Es por eso que el fiasco del Samsung Note 7 resulta tan fascinante. Después de muchas, muchas explosiones, el Note 7 es objeto de una retirada global gigantesca. Ha sido prohibido por varias compañías aéreas y las autoridades estadounidenses han pedido a la gente que apague el teléfono y deje de usarlo de manera indefinida. No es el primer teléfono que explota, pero esta vez una confluencia de tecnologías nuevas con defectos inherentes a la tecnología de las baterías aumentó las posibilidades de que estallara la tormenta para Samsung.
De hecho, la causa principal de las explosiones no es nada nuevo. El calor es el enemigo de la batería de litio. El calor degrada el potencial de la batería para mantener la carga, por eso la carga del teléfono se agota más rápido con el calor del verano o cuando lo usas durante un periodo de tiempo prolongado. Y en raras ocasiones, puede haber un exceso de calor. Es entonces cuando puede ocurrir un embalamiento térmico.
“Embalamiento térmico es la manera formal de decir explosión”, explica aGizmodo con una sonrisa Yang Shao-Horn, profesora de energía en el MIT. Después aclara: “en realidad no es una explosión, solo un fuego”. El embalamiento térmico es una reacción química en la que el calor crece exponencialmente, lo cual no es una buena noticia cuando los productos químicos que se calientan rápidamente, como los de una batería de litio, también son altamente inflamables.
Las baterías de litio no son más que un lío de productos químicos muy inflamables apretujados y expuestos a una carga eléctrica a través de electrodos. Hay dos electrodos primarios en una batería de litio, el ánodo y el cátodo (como los signos más y menos de una batería AA). La energía entra a través del ánodo y sale por el cátodo. Los dos componentes están separados por un material orgánico que contiene sales de litio, que es un elemento fantástico para una eficiente contención y transferencia de la energía.
Si el ánodo y el cátodo entran en contacto el uno con el otro, puede ocurrir un embalamiento térmico. Las primeras baterías de litio estaban contenidas en bolsas endebles, lo que hacía que fueran perforadas fácilmente, el ánodo y el cátodo entrasen en contacto y todo hiciera ¡bum! Pero las baterías posteriores no fueron inmunes tampoco.
La probabilidad de una explosión debido a un pinchazo puede ser mitigada con una mejor construcción de la batería, que es la razón por la que generalmente no tienes que preocuparte de que tu Tesla Model S acabe carbonizado después de un accidente de coche.
Según las declaraciones de Samsung, el problema del Galaxy Note 7 es parecido al ejemplo anterior del clavo. Un fallo en la producción de una serie de baterías del Note 7 ejercía una presión indebida sobre algunos de los paquetes de baterías, lo que a su vez aumentaba la probabilidad de que los ánodos y los cátodos entrasen en contacto.
Es una conclusión plausible, dice Shao-Horn, pero la profesora no descarta otra causa potencial de embalamiento térmico: una sobrecarga. Ocurre cuando el electrodo positivo de la batería está tan cargado que empieza a crear oxígeno en su interior, lo que destroza la composición química delicadamente equilibrada de la batería (sellada herméticamente) y conduce a un embalamiento térmico.
“Estos procesos pueden ocurrir incluso en una batería perfecta”, explica Shao-Horn, refiriéndose tanto a la sobrecarga como al contacto entre el ánodo y el cátodo. Los defectos de fabricación, como los encontrados en el Note 7 y los vinculados a las explosiones de los cigarrillos electrónicos baratos, “solo consiguen empeorar estos dos procesos”.

Y no son los únicos procesos. Hasta un cable USB barato podría dañar tu dispositivo. El proceso de carga de un teléfono, un ordenador portátil o un cigarrillo electrónico es delicado, y las baterías que utilizamos son potencialmente peligrosas: una bomba que hace tictac si se maneja de manera incorrecta. Es por eso que la FAA siempre recomienda llevar todas las baterías de litio en la cabina. De esta forma, si alguna se prende fuego la tripulación podrá responder rápidamente. También es la razón por la que Apple reemplazó discretamente las baterías de portátiles hinchadas de hace casi diez años, y por la que Samsung, a pesar de las enormes pérdidas económicas, está reemplazando todos los Note 7 defectuosos.
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Moosh Redacción

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