Dicen que toda historia puede tener dos versiones, o incluso más, dependiendo de la cantidad de personas que la cuenten. Esto suele ser el camino que seguimos cada vez que solemos hablamos, comentamos, opinamos, etc... sobre fotografía.
Pero a pesar de lo anteriormente dicho, y de que creer que la subjetividad es reinante en nuestro campo, día a día veo más como un halo de intento de objetividad impuesta se posiciona cada vez más entre la gente que nos gusta darle al clic.
En estos momentos, todos absolutamente todos creemos saber de fotografía. La gran mayoría de las personas intentan aleccionar a los demás sobre el porqué de una cosa u otra, del porqué del uso de una cámara por encima de otra, o el porqué algo es mejor que otro.
Cuando algo se vuelve tan lineal y "numérico" hay situaciones que motivan el pensar que uno más uno son dos, cuando la realidad de esto es que esa suma jamás se inventó para ser exacta en el mundo fotográfico.
Queremos consejos de cómo fotografiar, queremos ejemplos en los que fijarnos, queremos un sin fin de posibilidades que poder abarcar cuando al final sólo sirve para acabar haciendo lo mismo que los demás porque lo hemos visto así...
Y es que a la postre, todo acaba siendo pasto de la ironía. Las personas se irritan cuando, por ejemplo, una cámara o un dispositivo no tiene modo manual, pero sin embargo sus fotos carecen de la creatividad y/u originalidad que exige requerir ciertas premisas. La gente promulga subjetividad pero dictamina una objetividad encubierta.
La fotografía nunca fue, ni será una disciplina exacta, una disciplina con reglas, pero siempre tendemos a buscarlas. ¿Será acaso porque estamos tan acostumbrados a ordenar las cosas para sentirnos seguros en nuestras vidas? ¿Será que necesitamos siempre unas normas para aprender a juzgar?
Y vosotros qué pensáis, ¿es necesario poner normas para luego acabar quejándonos de ellas? ¿Veis cierta hipocresía dentro de todo el mercado fotográfico (artístico como profesional)?
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