En 29 países del mundo es ilegal pegarle a un niño y en 113 países se prohíbe el castigo corporal en las escuelas. Sin embargo; en otros países, como el nuestro y muchos otros de América Latina, los golpes – nalgadas, manazos, cinturonazos, coscorrones, etc. – se ven como un método para disciplinar a los niños, e incluso en muchas familas se promueve y se urge a los padres “dale una buena nalgada para que entienda” ante la falta y la incompetencia para utilizar el diálogo.

En los últimos años, muchos psiquiatras, sociólogos, investigadores y padres han recomendado y promovido la prohibición del castigo físico en los niños. La razón más importante, de acuerdo al Dr. Peter Newell, coordinador de la organización End Punishment of Children (EPOCH), es que “todas las personas tienen el derecho a la protección de su integridad física, y los niños también son personas”.

¿Has escuchado la frase: "la letra con sangra entra"? Este dicho defiende que la mejor forma de educar es utilizando mano dura e incluso correcciones físicas. Si estás de acuerdo con esta frase, me gustaría decirte que cuando corriges a tu hijo utilizando la violencia realmente no lo estás educando, lo estás lastimando y dañando sus emociones.

Tal vez creas que estoy exagerando, ya que quizás fue común que durante tu infancia recibieras alguna vez un tirón de orejas, una nalgada, un manotazo o algún golpe correctivo. Sin embargo, los tiempos han cambiado y tú como padre no puedes seguir repitiendo técnicas de educación del pasado que no funcionaron y que son de cavernas. En este artículo vas a encontrar razones que te convencerán de que los golpes no son la solución.

Golpear a los niños les enseña a convertirse en golpeadores, las palizas les enseñan a los niños que la interacción humana se basa en la fuerza, que el que tiene más fuerza está en lo correcto. Cuanto más se golpee a un niño, será más probable que como adulto él se relacione con otros mediante la fuerza y no por la razón o el buen ejemplo. ¿Qué tipo de persona estamos describiendo?

Se trata del matón, se trata del violador, se trata de quien le pega a su mujer, se trata del charlatán, del tramposo, del estafador, del pillo, cada uno de ellos es esta persona. Y también lo son los cobardes y los parásitos quienes obtienen su poder por medio de otras personas como las que acabamos de poner en lista.

Existen una gran cantidad de investigaciones que demuestran una correlación directa entre el castigo corporal en la infancia y el comportamiento agresivo o violento en los  adolescentes y adultos. Prácticamente todos los delincuentes más peligrosos fueron amenazados y castigados durante su infancia. Los niños, por naturaleza, aprenden a comportarse observando e imitando a sus padres, ya sea para bien o para mal. Por lo tanto, es responsabilidad de los padres dar un ejemplo de empatía y sabiduría. 

En muchos casos del llamado “mal comportamiento”, el niño no está haciendo más que responder de la única manera en que es capaz de acuerdo a su edad y experiencia, a la desatención de sus necesidades básicas. Algunas de estas necesidades son. el sueño y la nutrición, el tratamiento de una alergia oculta, el aire fresco, ejercicio y la libertad para el explorar el mundo que le rodea. Pero su mayor necesidad es la de recibir la atención de sus padres. Actualmente son pocos los niños que reciben suficiente tiempo y atención de parte de sus padres, que continuamente están muy ocupados y absortos por sus propios problemas y preocupaciones como para tratar a los niños con paciencia y empatía. Sin lugar a dudas es incorrecto e injusto castigar a un niño por responder de una manera natural a la falta de atención a sus necesidades básicas. Por esta razón, el castigo no sólo es ineficaz a largo plazo, sino también es claramente injusto. 

El miedo no genera conciencia, los golpes pueden controlar a tu hijo solo mientras tú lo estás vigilando. Él se va a comportar debido al miedo que le causa que tú le vuelvas a pegar. Lo ideal es que por medio de límites lo ayudes a formar su propio criterio; de este modo te aseguro que aunque no estés presente, tu hijo será responsable en todo momento. Te recomiendo impulsarlo a reflexionar y a entender las razones por las que su conducta fue incorrecta.

La injusticia crea resentimiento, imagínate que estás en tu trabajo y tu jefe comienza a gritarte y a golpearte enfrente de toda la oficina porque cometiste un error en el proyecto que le entregaste. Como tu jefe es la autoridad no puedes reclamar ni hacer nada en su contra por miedo a que te despida y te deje en la calle. ¿Cómo te sentirías? Seguramente impotente y enojado.
Quiero que sepas que así se siente tu hijo cuando recibe alguna corrección física de tu parte. Se siente impotente y triste al darse cuenta que está siendo agredido y humillado por la persona que más ama en el mundo: su papá/mamá.

El castigo impide al niño aprender a resolver conflictos de una manera humana y efectiva, como escribió el educador John Holt, “cuando atemorizamos a un niño, paramos en seco su aprendizaje”. Un niño a quien se golpea se concentra en sus sentimientos de ira y venganza, y así se pierde la oportunidad de aprender métodos más efectivos de resolver problemas. Por lo tanto, un niño golpeado aprende muy poco acerca de cómo manejar o prevenir situaciones similares en el futuro.

Los golpes y gritos destrozan el vínculo entre padres e hijos, ya que no está en la naturaleza humana amar a quien nos lastima. El verdadero espíritu de cooperación que todo padre desea solamente puede construirse a través de un fuerte vínculo basado en sentimientos mutuos de amor y respeto. Los golpes, aunque en apariencia funcionen, solamente producen un supuesto buen comportamiento basado en el temor, el cual puede mantenerse hasta que el niño tiene edad para oponerse. En contraste, la cooperación basada en el respeto se conservará permanentemente, y traerá años de felicidad mutua al niño y a sus padres a través del tiempo.

El efecto perdurable que tiene en los niños

Algunos investigadores dicen que todo acto de violencia por parte de un adulto contra un niño, sin tener en cuenta lo breve o leve que sea, deja una cicatriz emocional que dura para toda la vida. Podemos demostrar esto hasta cierto punto mediante nuestra experiencia personal. La mayoría de nosotros admite que los recuerdos más vívidos y más desagradables de la niñez son aquellos en los que fuimos lastimados por nuestros padres. Para algunas personas el recuerdo es tan desagradable que hacen como si fuera algo trivial o hasta divertido. Notará que sonríen cuando describen lo que les han hecho, es por vergüenza y no por placer que lo hacen. Como un medio de protección contra el dolor que sienten en el presente, disfrazan el recuerdo de los sentimientos del pasado.
En un intento por negar orestarle importancia a los peligros inherentes a dar nalgadas, muchas personas que lo practican razonan que: “Dar nalgadas es muy distinto del maltrato,” o “Una palmadita en las nalgas nunca le hizo mal a nadie.” Pero se equivocan.


Una buena comparación se puede hacer entre las nalgadas y expositión a la ploma. De las generaciones más tempranas, la mayoría de la gente vivía en casas pintadas con la pintura basada de ploma, y la mayoría sobrevivieron sin ningún tipo de daño aparente. Fue debido a su inteligencia, o solamente a la suerte? Hoy en día, ya no hacemos eso. Sabemos mejor. Asimismo, los padres informados reconocen que el dar nalgadas a los niños es como exponerlos a una toxina peligrosa: no tiene ningún resultado positivo y el riesgo es muy serio.


Pero algunos padres de familia preguntan: “¿Cómo puede decir que es un padre de familia responsable si no agarra al niño que está a punto de salir corriendo a cruzar la calle y no le da una buena paliza para que recuerde su advertencia sobre los peligros de la calle?”


En realidad, darles nalgadas a los niños los pone en un estado de confusión emocional fuerte, lo cual les hace difícil aprender las lecciones que los adultos dicen que están tratando de enseñar. El darles lo que se llama una “buena paliza” en realidad puede servir al adulto para desahogar su enojo, pero a expensas de que sea el niño quien sienta el enojo. Mientras que el alivio del adulto es temporal, el efecto causado en el niño es permanente. Las palizas no enseñan a los niños que los automóviles y los camiones son peligrosos sino que les enseña que son los adultos, de quienes ellos dependen, los peligrosos.

Las amenazas

Algunos padres de familia raramente les pegan a sus hijos o nunca lo hacen, pero siempre los amenazan con hacerles cosas terribles. “Si no te callas mientras estoy al teléfono, te voy a cerrar la boca cosiéndotela con una aguja bien grande,” o “Mejor que te cuides o alguien te va a cortar los dedos. Eso es lo que les pasa a los niños que andan tocando las cosas de los demás.” Para ellos es más fácil manejar a los niños de esta manera, por lo menos temporalmente.

Al principio, mientras los niños creen las amenazas de los mayores, obedecen por miedo. Pero pronto aprenden a disimular y a mentir con el fin de evitar los terribles castigos que ellos creen que les van a dar. Más adelante, cuando descubren que son amenazas vacías, llegan a la conclusión (correcta) que los adultos también son mentirosos.

Cuando se deteriora la confianza entre los niños y las personas que los cuidan, también se deteriora la capacidad de los niños de formar relaciones basadas en la confianza con otras personas. Esto los puede hacer menos capaces de alguna vez lograr una relación de cooperación o de intimidad con otros. Las personas que han sido lastimadas de esta manera tienden a ver a todas las relaciones como una negociación, como tratos que se ganan o se pierden. Ven a la honestidad y la veracidad de los demás como una debilidad que se puede explotar, exactamente como se lo hicieron a ellos.

Las agresiones conyugales y el maltrato de los niños
En la gran mayoría de los casos, los esposos y esposas que tienen una relación violenta, también la tienen con sus hijos. Seguramente a estos padres de familia también les han pegado cuando eran pequeños y han visto a otros ser castigados físicamente.

Los cónyuges agrediendo y los agredidos que pegan a sus hijos están criandolos para que también ellos sean los perpetradores y las víctimas del maltrato físico, exactamente como ellos mísmos. Los niños aprenden del ejemplo, que les dan los padres que la manera de desahogar la frustración, de expresar la desaprobación y de ejercer la autoridad es pegándole a alguien más pequeño y más débil que ellos mismos. Cada vez que son testigos de una pelea entre los padres ven la demostración de este principio, así como lo ven cada vez que ellos reciben el castigo violento.

Aprenden que una vez que crecen lo suficiente y que son bastante fuertes, pueden controlar a los demás amenazándolos o lastimándolos. Aprenden que está bien que los esposos y las esposas se golpeen y que los adultos golpeen a los niños.
Cuando los niños, cuyas personalidades se han formado en hogares violentos, crezcan y tengan sus propios hijos les será muy difícil deshacerse de los comportamientos que han visto y padecido. Las aptitudes que se aplican a la vida familiar serán las aptitudes pobres que aprendieron de sus padres y es muy probable que continúen con el ciclo de la violencia con sus propios hijos inocentes.
A medida de que las palizas desaparecen de la vida familiar, otras formas de violencia familiar desaparecerán, pero no antes.


El abuso sexual y las nalgadas

Los niños que han sido golpeados no consideran a su cuerpo como de su propiedad. Las palizas les enseña a aceptar la idea de que los adultos tienen la autoridad absoluta sobre sus cuerpos, lo cual incluye el derecho de causarles dolor. Y las nalgadas les enseña que hasta las zonas sexuales están sujetas a la voluntad de los adultos. Es probable que el niño que se somete a las nalgadas el lunes, no vaya a decirle "No" a un abusador sexual el martes; y los adultos que abusan o explotan sexualmente los niños saben esto. Acechan a las posibles víctimas entre los niños que se les ha enseñado a “obedecer sin cuestionar” ya que estos niños son los blancos más fáciles.

Las nalgadas y el desarrollo sexual

En algunos niños las nalgadas pueden estimular sensaciones sexuales inmaduras. No tienen control sobre estas sensaciones ni tampoco entienden lo que les está pasando. La consecuencia trágica para algunos de estos niños es que forman una conexión entre el dolor, la humillación y la excitación sexual que perdura por el resto de sus vidas. Aunque se casen, tengan una familia, tengan puestos de responsabilidad en la comunidad y no parezcan emocionalmente perturbados, pueden estar atormentados secreta y vergonzosamente por una necesidad que, en algunos casos, los lleva a contratar prostitutas a quienes les pegan o de quien reciben nalgadas. La industria de la pornografía prospera al satisfacer las necesidades des estos desafortunados individuos.
La ciencia médica hace mucho que ha reconocido y ha documentado en gran detalle la conexión entre las nalgadas en la niñez y el desarrollo posterior de los comportamientos sexuales antinaturales. Esta razón debería bastar para que nunca se les dieran nalgadas a los niños.

Los riesgos físicos de golpear las nalgas

Encontrado en lo más profundo de las nalgas está el nervio ciático, el nervio más grande del cuerpo. Un golpe fuerte en los glúteos, sobre todo con un objeto como un pedazo de madera, podría hacer sangrar a los músculos que rodean a dicho nervio, y posiblemente se dañe el nervio ocasionando un impedimento en la pierna en cuestión. La rabadilla, el hueso tan delicado de la base de la columna, también es susceptible a las lesiones cuando se le pega a un niño en esa zona del cuerpo. Y cuando se le pide a un niño que se agache para darle una paliza, se puede dañar los órganos sexuales. Frecuentemente, las autoridades hospitalarias denuncian la dislocación de la rabadilla y los moretones en los órganos sexuales como una consecuencia de los castigos violentos.

Algunas personas, tratando de justificar el pegar las nalgas a los niños, afirman que Dios o que la naturaleza ideó que la palizas cayeran ahí. Esta afirmación no tiene sentido. Ninguna parte del cuerpo humano fue creada para ser violada.

Los riesgos físicos de pegar en las manos

Las manos de los niños son especialmente vulnerables porque los ligamentos, los nervios, los tendones y los vasos sanguíneos están muy cerca de la piel, que no tiene tejido protector subcutáneo. El golpearle en las manos a los niños pequeños es especialmente peligroso para el crecimiento de la cobertura de los huesos que si se dañan puede causar deformidad o impedimentos en sus funciones. Golpear a un niño en las manos puede fracturar, dislocar y causar osteoartritis prematura.


Los sacudones
Los sacudones pueden causarle a los niños la ceguera, latigazo, daño cerebral y hasta la muerte.

Las palizas en casa y el rendimiento en la escuela
La mayoría de los maestros pueden afirmar que los estudiantes que tienen los problemas de comportamiento más serios en la escuela son aquellos que han sido más maltratados en el hogar. Los niños que reciben palizas en el hogar están condicionados para esperar el mismo tipo de tratamiento de las demás figuras con autoridad fuera del hogar. Para estos niños, el campo de batalla que es el hogar se extiende hasta incluir la vida escolar. Esto los prepara para el fracaso académico, el abandono escolar, los enfrentamientos con la policía y finalmente con el sistema de justicia penal.


En sus tentativas por poner una barricada contra lo que ven como un mundo incómodo y hostil, estos niños naturalmente eligen la compañía de otros niños con problemas similares. “Mis padres y maestros no me entienden, mis amigos sí,” dicen. Y tienen buenas razones para creerlo. Es una de las razones por las cuales se forman las pandillas callejeras y la razón por la cual son tan atractivas para los niños cuyo amor propio ha sido arruinado por las palizas, los azotes, los palmetazos, los golpes con varas, la humillación, los insultos, las amenazas, la crítica despiadada, las restricciones irracionales y el abandono emocional.


No nos deberíamos sorprender cuando los jóvenes rechazan el mundo de los adultos en la medida que creen que han sido rechazados por él. Ni tampoco deberíamos sorprendernos cuando los adolescentes, que en su niñez son afectados por la violencia, la utilicen tan pronto como sean capaces de hacerlo. Como ocurre a menudo, la agresividad que cultivan muchos jóvenes creyendo que es lo esencial para la supervivencia, los conduce al fracaso o a la catástrofe. Nuestras abarrotadas prisiones son una prueba de esto.


Algunos maestros trabajan sin descanso para darle una nueva dirección a esta agresividad, excesiva en los niños que viven con mucha violencia, e inculcarles la confianza que es una carencia para estos niños violentos. Pero se trata de una tarea monumental que requiere aptitudes especiales y un nivel de dedicación que no todos los maestros poseen y pueden mantener por largos períodos. 


Los estudiantes que abandonan la escuela y la delincuencia juvenil cesarían de ser el grave problema que sacude a nuestra nación si solamente fuera posible persuadir a los padres de familia y a otras personas a cargo de los menores a que dejen de socializar con los niños de la manera que garantiza que serán personas antisociales y(o) autodestructivas. En otras palabras, dejar de dar palizas y comenzar a dar amor.
Las palizas, el cigarrillo, el alcohol y las drogas
Ser víctima de una paliza es una experiencia degradante y humillante. El niño que lo sufre absorbe no solamente los golpes sino también el mensaje que traen consigo: “¡Eres despreciable, siento rechazo por tí!” Este mensaje influye poderosamente en la personalidad en desarrollo del niño, infundiendole el odio a sí mismo.
Tarde o temprano, todos los niños estarán expuestos a las sustancias que le prometen un alivio instantáneo de sentirse sin valor y del rechazo. En todos lados se puede ver a personas que usan de todo en su cuerpo para sentirse bien, y es difícil convencer a un niño que sufre que este tipo de alivio es una ilusión, que el amor propio no se puede restaurar mediante algo que se traga, inhala o inyecta, pero fácilmente se puede enterrar bajo el peso de nuevos problemas.
Las palizas y la conducta delictiva
Todos conocemos la lista de males sociales que se creen que son las raíces de la conducta violenta y delictiva: la pobreza, la discriminación, la disolución del núcleo familiar, los narcóticos, las pandillas y el fácil acceso a las armas peligrosas. Y está muy claro que todos estos elementos contribuyen a la violencia y a la delincuencia, sin embargo hay un ingrediente clave que rara vez es reconocido: las palizas.
En 1940, los investigadores Sheldon y Eleanor Glueck comenzaron su famoso estudio acerca de los muchachos delincuentes y los no delincuentes. Descubrieron cómo es que ciertas influencias a temprana edad hacen que los niños desarrollen comportamientos antisociales y violentos. Demostraron que los primeros signos de la delincuencia con frecuencia aparecen tan temprano como a los tres años, mucho tiempo antes de que los niños entran en contacto con las influencias externas al hogar. Los investigadores Glueck demostraron cómo es que la falta de control por parte de los padres para manejar con calma, dulzura y paciencia a los niños y el estar siempre listos a pegarles tiene como resultado niños agresivos y listos para el ataque.
Cuanto más grave y más temprano se dé el maltrato, peor es el resultado. Los investigadores Glueck también descubrieron que la menor incidencia de comportamiento antisocial estaba siempre asociada con el hecho de que desde la infancia han sido criados con atención, en familias que brindan apoyo, que no son violentas y que no les pegan.
El mensaje que hay aquí para todos los padres de familia que desean nunca tener que ver a sus hijos en una cárcel o prisión es muy simple: DEN AMOR Y NO DEN PALIZAS.


Las palizas, el racismo y los odios colectivos
Las palizas llenan de odio a los niños y de deseos de tomar represalias, pero casi nunca hacen realidad esta necesidad. Aún aquellos niños que han sido golpeados más brutalmente, como regla general, no devuelven el ataque a quienes los lastiman, en cambio es muy probable que busquen el alivio en la fantasía donde pueden, a salvo, expresar su enojo contra enemigos imaginarios. A veces, los hermanos o las hermanas menores o la mascota de la familia cumplen este papel, los entretenimientos populares también satisfacen esta necesidad.
Cuando los niños crecen y caen bajo la influencia de los prejuicios de su comunidad, pueden canalizar fácilmente su odio contra los chivos expiatorios aceptados por todos. Los cultos basados en el odio y las facciones políticas extremistas los atraen con los brazos abiertos, ofreciéndoles la oportunidad de hacer realidad sus fantasías. En todas las generaciones, hay muchos que buscan estas oportunidades. Sus comportamientos son la peor secuela de la costumbre de dar palizas.

Las palizas en la escuela
En todo el mundo desarrollado, las palizas por parte de los maestros han desaparecido. Es ilegal en todos los países europeos (en Alemania, Austria, Croacia, Chipre, Dinamarca, Finlandia, Israel, Italia, Letonia, Noruega y Suecia nadie le puede pegar legalmente a un niño en ninguna instancia, incluyendo a los padres de familia). Entre los principales paises industriales desarrollados, los Estados Unidos es el que más se resiste a la reforma en este aspecto, pero gradualmente cada vez en más estados se están prohibiendo los castigos corporales en las escuelas, y en los estados que se permite, existe una cantidad cada vez mayor de distritos escolares que sabiamente están prohibiendo la práctica.
Todavía, existen muchos maestros y administradores que, como muchos padres de familia, son muy anticuados con respecto a este tema y siguen creyendo que está bien controlar a los estudiantes por la violencia física o las amenazas. ¿Qué deben hacer los padres de familia más progresistas?

Si usted se enterara de que un autobús escolar tiene los neumáticos gastados y los frenos rotos no le permitiría a su hijo(a) que viaje en ese autobús y exigiría a las autoridades escolares que corrijan el problema inmediatamente. Si usted supiera que los conductos de aire de la escuela están contaminados con asbesto, inmediatamente retiraría a su hijo(a) y avisaría a otros padres de familia del peligro. 

El castigo físico no es diferente de estos ejemplos. Es muy peligroso, y todas las personas sensatas de la comunidad deberían unirse en contra de este mal. Como padre de familia usted tiene el derecho y la obligación de proteger a su hijo(a) del peligro conocido. Informe a las autoridades escolares locales, regionales y estatales que nadie tiene su permiso ni tienen el derecho moral de poner en peligro a su hijo(a) en la escuela.


Las palizas y el Desarrollo Cerebral
En la primera niñez, el cerebro se desarrolla más rápidamente que todos los otros órganos del cuerpo. Para la edad de cinco años, el cerebro cumple a eso de 90 por ciento de su peso adulto, y para siete años, ha crecido completamente. Esto hace la primera niñez una etapa muy delicada y crítica del desarrollo cerebral.

La tensión nerviosa asociada con el dolor y el miedo causados por palizas puede afectar negativamente el desarrollo y la función del cerebro de un niño. Es exactamente durante este periodo de gran plasticidad y vulnerabilidad que muchos niños están sometidos al castigo físico. El efecto puede ser que se descarrila el crecimiento natural y sano del cerebro, de que resultan anormalidades irreparables que duran toda la vida.

Según el Dr. Martin Teicher del Hospital McLean en Belmont, Massachusetts, “Sabemos que un animal expuesto al estrés y el descuido temprano de la vida se desarrolla el cerebro alambrado para experimentar temor, ansiedad, y estrés. Creemos que lo mismo es verdad para los humanos.” (“Child Abuse Changes the Developing Brain,” Yahoo! News, el 29 de diciembre, 2000).

En el artículo de Teicher, “The Neurobiology of Child Abuse,” Scientific American, marzo 2002, escribió, “Las nuevas mediciones de imágenes cerebrales y otros experimentos han mostrado que maltrato de los niños peude causar daño permanente a la estructura y la función neurales del cerebro mismo mientras se desarrolla. Este resultado grave sugiere que nos falta mucho más esfuerzo por prevenir el maltrato y el descuido de los niños antes de que les hagan daño irrevocable a unos millones de jovenes víctimas (p. 70)... La sociedad cosecha lo que ha sembrado por su manera de criar a los niños (p. 75).”


Ningún padre responsable pondría deliberadamente en peligro el desarrollo normal del cerebro de un niño, y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los azotadores sin saberlo.

Los castigos físicos mandan el mensaje peligroso e injusto “de la ley del más fuerte”, indican que es permisible hacer daño a otros siempre más pequeños y menos poderosos. El niños llega a la conclusión de que está permitido maltratar a los niños más pequeños. Cuando llegue a la edad adulta, no sentirá compasión por aquellos que son menos afortunados que él, y les temerá a los más poderosos. Esto le dificultará establecer relaciones con significado, tan esenciales para una vida emocional emocionalmente satisfactoria.

Debido a que los niños aprenden a través de sus padres como modelos, el castigo físico manda el mensaje de que los golpes son una manera adecuada para expresar sentimientos y resolver problemas. Si un niño nunca ve a sus padres resolver problemas de una manera creativa y humana, será difícil que él aprenda a hacerlo. Por esta razón, los patrones se repiten de generación en generación.

¿Que dicen los expertos?

“Todo tipo de castigo corporal o de paliza es un ataque violento contra la integridad de otro ser humano. Sus efectos permanecen en la víctima para siempre y se convierten en una parte imperdonable de su personalidad, una enorme frustración que resulta en hostilidad que se expresará más adelante en la vida con actos violentos en contra de otros. Cuanto antes comprendamos que el amor y la dulzura son las únicas maneras requeridas para tratar a los niños, mejor será. El niño, en especial, aprende a convertirse en el ser humano que ha vivido. Las personas a cargo de los niños deberían entender esto completamente.” Ashley Montagu, antropóloga.

“El castigo físico en los niños en realidad interfiere con el proceso del aprendizaje y con el desarrollo óptimo de los adultos socialmente responsables. Creemos que es importante que los trabajadores de la salud pública, los maestros y otros que estén preocupados por la salud física y emocional de los niños y de los jóvenes, apoyen la adopción de los métodos alternativos para lograr el autocontrol y la conducta responsable de los niños y los adolescentes.” Dr. Daniel F. Whiteside, Cirujano general adjunto Secretaría de Salud y Servicios Humanos (Administración del presidente Ronald Reagan.)

“Las medidas punitivas aplicadas por la policía, los maestros, los cónyuges o los padres de familia tienen resultados estándar bien conocidos: (1) el escapismo: la educación le ha dado su propio nombre “ausentismo escolar injustificado,” (2) el contraataque: vandalismo en las escuelas y ataques contra los maestros, (3) la apatía: un retraimiento sombrío en que no se hace nada. Cuanto más violento es el castigo, más graves son las consecuencias.” B. F. Skinner, Ph. D., autor y profesor de psicología en Harvard

“El castigo corporal enseña a los niños a aceptar y a tolerar la agresión. Siempre se incluye prominentemente en las raíces de la agresividad de los adolescentes y adultos, especialmente en aquellas manifiestaciones que toman forma antisocial como la delincuencia y la criminalidad.” Philip Greven, profesor de historia, Universidad Rutgers


“Siempre he abogado por la abolición total del castigo corporal y creo que la conexión de la pronografía con dicha orientación proviene de nuestra tradición de pegarles a los niños.” 
Gordon Moyes, D.D. pastor, Iglesia de la Unidad, superintendente de la Misión Central de Wesley en Sydney, Australia.

“El argumento religioso más mencionado en apoyo del castigo corporal está basado en unas citas del Libro de los Proverbios. Utilizando el mismo tipo de lectura selectiva, también se podría fácilmente citar a la Biblia como una autoridad en defensa de la esclavitud, la supresión rígida de las mujeres, la poligamia, el incesto y el infanticidio. Me parece a mí que no se puede hacer coincidir a las prácticas brutales y vengativas del castigo corporal con los temas más importantes del Nuevo Testamento que enseña amor y perdón y el respeto por la belleza y la dignidad de los niños y que tan contundentemente rechaza la violencia y el castigo como una manera de resolver los conflictos humanos.” Thomas E. Sagendorf, pastor, Metodista Unido, Toledo, Ohio.

“El desarrollo del autocontrol, que llamamos conciencia, es el resultado de la relación positiva de los niños con las personas que los cuidan. La experiencia de los niños de amor y respeto promueve el desarrollo de la conciencia mientras que la experiencia de miedo o dolor, como resultado de las nalgadas y de las palizas, interfiere con este desarrollo. El castigo físico de los niños debe acabarse si deseamos que nuestra sociedad se convierta en una sociedad gobernada por la conciencia y el autocontrol en lugar de estar gobernada por la ausencia de éstas.” H. Patrick Stern, M.D. profesor adjunto de la facultad de pediatría, psiquiatría y pediatría conductual de la Universidad de Ciencias Médicas de Arkansas.

“El inflijir dolor o malestar, aunque sea muy leve, no es un método deseado para comunicarse con los niños.” Asociación Médica Estadounidense, (Casa de los delegados), 1985

“Ser disciplinado como esclavo crea el temperamento esperado de esclavos... Golpear a los niños y aplicarles otros tipos de castigo corporal no es la herramienta apropiada para quien busca formar hombres inteligentes, buenos y sabios.” John Locke (1632-1704), “Pensamientos sobre Educación,” 1692

“No censuréis precipitadamente al niño, que tanto se apagará su inteligencia como se desalentará su diligencia, sino reprendedlo con dulzura que lo dispondrá a enmendarse y lo alegrará en avanzar con amor y con la esperanza de aprender... Dejad al maestro decir: “Así os irá bien.” Porque os aseguro que no existe piedra mejor para afilar las buenas intenciones y para alentar el amor por el aprendizaje que el elogiarlos... Es mi opinión que el amor es mejor que el miedo, y la dulzura mejor que el azote para educar a un niño correctamente en el aprendizaje.” Roger Ascham, (profesor particular de la reina Isabel I), The Schoolmaster, Inglaterra publicado alrededor de 1568.

“Los niños deben ser guiados hacia las prácticas honorables mediante el estímulo y el razonamiento y sin duda alguna no se lo debe hacer mediante los golpes y el maltrato.” Plutarco, entre los años 46 al 120 después de Cristo, “La educación de los niños,” Volumen I, Moralia, Grecia antigua

“Cuando se les pega a los niños, el dolor o el miedo a menudo tienen un resultado del que no es agradable hablar, y es probable que posteriormente sea una fuente de vergüenza, la cual turba y deprime la mente y lleva a que el niño rechace la luz del día y que odie la luz... No dedicaré más tiempo a este asunto. Ya sabemos lo suficiente al respecto.” Quintiliano, alrededor del 35 al 95 después de Cristo, Principios de la oratoria, Roma antigua.

Una educación amable, apoyada en una base sólida de amor y respeto, es la única manera efectiva de lograr un buen comportamiento cimentado en fuertes valores internos, en lugar de un “buen comportamiento” superficial basado únicamente en el miedo. 


FUENTES
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[PTAVE recomienda además el Parent Effectiveness Training (P.E.T.) y el Teacher Effectiveness Training (T.E.T.) de Thomas Gordon]
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Dorothy Otnow Lewis. Guilty by Reason of Insanity - A Psychiatrist Explores the Minds of Killers. New York: The Ballantine Publishing Group, 1998.
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Moosh Redacción

Este artículo es exclusiva responsabilidad del equipo periodístico de Moosh, Inc. Cualquier parecido con la realidad es pura y mera coincidencia. Algunos nombres han sido cambiados por motivos de derechos de autor.

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